EL BLOG DE COS
La sexualidad desde el enfoque sistémico
03/11/2016
Jordi Vinadé

Tengo dolor de cabeza…” “Nunca tienes ganas de tener sexo”  “Siempre me buscas por lo mismo” “¿Ya no me encuentras atractivo, que no te excito? ” “Ya no es como antes, quiero una caricia y no que me eches mano..”.

Todas estas expresiones manifiestan mucho más contenido de lo que dicen. Y al mismo tiempo pueden ser un camino de inicio que puede llevar a muchos sitios, así como a una disfunción sexual concreta.

Nuestra relación con el placer, y no sólo el sexual, le hemos complicado. La necesidad de placer no atendida nos despierta la ansiedad, la compulsión y el exceso que intenta calmar ese vacío de insatisfacción. El placer es pecaminoso, mal visto, inaceptable, y la doble moral juega un papel muy importante. El placer debe controlarse socialmente, puede ser una amenaza para quienes quieren el poder… basta recordar que la sociedad patriarcal sabe mucho de la represión del placer de la mujer para mantener el control.

El placer en nuestras vidas tiene un sitio poco lustrado, a veces olvidado o inexistente. La falta de placer en nuestras relaciones transpira y empapa muchos espacios. Toma forma en las expresiones más comunes… o en secuencias repetitivas que nos hacen sentir atrapados.

Desde hace muchos años sabemos que en una relación siempre se da la comunicación. O dicho de otro modo, no puede haber relación sin comunicar. Así pues, cuando pensamos que ya no nos comunicamos con nuestra pareja, situación muy habitual que registramos en las consultas, debemos pensar que en realidad sí que estamos comunicando pero de forma mucho más intensa. Un silencio hacia el otro tiene un gran poder para generar malestar.

En la relación sexual nos comunicamos y según nos sentimos con la otra persona, la comunicación es más o menos satisfactoria. Debemos tener en cuenta que la sexualidad va mucho más allá del sexo, ocupa muchos espacios de nuestra vida y en nuestras parejas.

Desgraciadamente hemos convertido al sexo en un espacio frágil con nuestras parejas. Si todo va bien en la relación existe un pronóstico de buen sexo o un buen pronóstico para tener sexo. Pero si ese día o temporada hay discusiones o cualquier problema en la relación, el espacio de sexo es quien paga el plato.

Es interesante hacer ejercicio de pensar que la sexualidad va más allá del acto sexual en sí. Así, podemos entender la sexualidad como relación, cómo la autorización nos nos damos para sentir placer y para comunicarnos.

La sexualidad comienza en la intención de ir hacia el otro por el interés que va despertando el deseo. Se insinúa en el cariño y el erotismo propio, y lo que te despierta el otro. Este contacto cariñoso-erótico nos mantiene en la tensión, la atención y la complicidad, y nos acaba haciendo buscar un espacio para tener sexo. Cuanto más franco es el cariño, cuanto menos censurado es el gesto, cuanto más aceptada es la intención de este contacto, más fuertes hacemos los espacios de la relación. Más nos nutrimos junto con la persona con la que queremos estar.

En la sexualidad encontramos los “espacios” del cariño y el erotismo, el sexo, el orgasmo y la eyaculación.

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