EL BLOG DE COS
La boca y la postura
29/03/2022
Alexis Minnengheer

Existe una estrecha relación entre la postura y la oclusión (la forma en que encajan los dientes entre sí) ya que en la articulación de la mandíbula con el cráneo, la famosa ATM, se encuentra un grupo de receptores posturales que influyen en cómo la persona se coloca y mueve en el espacio. Además, la mandíbula, el cráneo y la columna cervical están interrelacionados y el equilibrio de uno de estos elementos depende de los otros: la musculatura de la boca llega al cráneo y al cuello!

Cualquier alteración en el contacto dental (mala oclusión, pérdida de piezas dentales, correcciones por ortodoncia, colocación de una prótesis, extracción, etc.) conlleva un ajuste postural y una afectación global de la persona: problemas de espalda, artritis, artrosis, tendinitis, etc.

Funcionalmente ademàs, las tensiones derivadas pueden afectar estructuras que emergen o llegan al interior del cráneo: nervios relacionados con la musculatura de los hombros, con la digestión, con la respiración, con la deglución y fonación, y también puede afectar al riego sanguíneo del interior de la cabeza.

Por lo tanto, es fácil entender que unas tensiones músculofasciales, producidas por un desequilibrio de la mordida, pueden llegar a bloquear estas estructuras y, en consecuencia, generar trastornos como cefaleas, migrañas, trastornos de la fonación y de la deglución, trastornos digestivos como hinchazón, estreñimiento y diarrea, tortícolis….

A la inversa, las lesiones del aparato locomotor pueden provocar un trastorno oclusal. El cuerpo trata de adaptar las tensiones músculo-fasciales y, por tanto, tira de la cavidad bucal, lo que puede provocar una maloclusión. Una limitación de la apertura de la boca, una desviación mandibular al abrir y/o cerrar la boca, crujidos, chasquidos de la articulación temporomandibular pueden por tanto deberse a una perturbación del aparato locomotor que generará una exceso de tensión de los músculos masticatorios.

Por todo ello, es necesario el abordaje colaborativo de la Odontología/Ortodoncia y el trabajo de la Osteopatía: el/la osteópata limitará las tensiones sobre la mandíbula mediante manipulaciones sobre el cráneo y el conjunto del cuerpo. En ortodoncia, se buscará conseguir una oclusión lo más normal posible.

Además, dicha colaboración va más allá: para conseguir el resultado deseado, el/la ortodoncista utiliza aparatos correctores para mantener las tensiones mecánicas que obligan a los dientes a alinearse como se desea. Si aceptamos la idea de un cráneo flexible y maleable, como es el caso en Osteopatía, es evidente que la colocación de cualquier aparato de coacción endurece y altera el funcionamiento del sistema craneal y, a través de él, la movilidad de todas las estructuras del cuerpo.

En adultos también, pero especialmente en los/las niño/as que se someten a un tratamiento de ortodoncia, se da el hecho de que durante éste suelen mostrar signos de que sus sistemas corporales no son capaces de soportar muy bien las tensiones impuestas por los aparatos: dolor de cabeza, sinusitis, atención dispersa, dificultad para concentrarse, dolores corporales difusos, dolores vertebrales, aparición o agravamiento de la escoliosis, nerviosismo, irritabilidad, trastornos del sueño, etc.

Es aquí dónde la Osteopatía va a procurar compensar dicho efecto y permitirá a los/las pacientes recuperarse más rápidamente y aliviar las alteraciones generadas por los tratamientos dentales. El tratamiento de el/la osteópata puede ser previo, posterior y/o incluso simultáneo al de el/la cirujano dental y al de el/la ortodoncista.

En definitiva, aunque el aspecto estético, si no es vital, puede ser lo suficientemente importante como para preocuparse y suele ser el primer motivo de consulta, corregir la alineación dental puede ser necesario o incluso esencial, ya que una mala mordida puede tener consecuencias perjudiciales a largo plazo para todo el cuerpo. Para lograr el mejor resultado posible, Ortodoncia y Osteopatía deben ir de la mano.

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